Publicado en Ensayo

El Recluso XI-XI :

El hombre metáfora 

 

David Figueroa González 

“En la celda, en lo sólido,

 también se acurrucan los rincones”

Cesar Vallejo

La pandemia nos ha llevado al auto aislamiento. Y en  estos días de encierro,  he tenido la oportunidad de hacer higiene mental con la lectura,  es que leer nos lleva a mundos que a la imaginación le encanta crear.  Una de estos libros me  fue enviado desde Perú  y llegó a mi en formato digital, gracias a la magia del Internet.

Escrito por  Daniel Darcourt Rizo Patrón, Recluso XI – XI, es un texto que constan en su primera parte de 14 historias,   en la segunda parte nos encontramos con una serie de frases a manera de recomendaciones, la tercera parte nos da sus pensamientos a manera de reflexión  y la cuarta parte son 12 poemas, en general esta obra nos sumerge en el (sub) mundo de la cárcel.

 Esta primera parte es  presentada como una crónica,  especie  de  diario (íntimo-público), donde el recluso XI-XI  nos moviliza como submarino hasta lo más profundo de  su psique utilizando la narración de sus aventuras para lograrlo.

El penal es el lugar donde la sociedad envía a purgar sus penas a quienes quebrantan la ley,  y es por muchos símbolos confinamiento y encierro del cuerpo físico. De esta manera,  Recluso XI – XI  presenta en sus líneas una aproximación a la vida del reo,  la cual de cierta forma despierta  melancolía, en tal sentido, leemos en La instalación:

Hola, soy el encargado de esta celda. Pon tus cosas por acá y tu colchoneta desenróllala en el piso. En esa esquina izquierda estará bien –le dijo uno de ellos. Los demás reclusos lo saludaron, ya sea con un apretón de manos o con una seña. Le dieron el espacio dentro de las limitaciones indicadas para que colocara su colchoneta. La celda era fría, pues tenía unos ventanales solo con rejas, sin lunas ni vidrios protectores. También contaba con un urinario/defecador en el medio del mismo, que serviría para los quince.

El tema de los privados de libertad  siempre ha sido de interés para los creadores  y las canciones, La Cárcel  y Las Tumbas ,interpretada por Ismael Rivera, son ejemplo de ello, en estas piezas  a ritmo de salsa se hace visible el ambiente y el estado psicológico de los reos y sobre todo la  siempre anhelada libertad, así lo consideramos en las siguientes líneas: 

 «Que malo es estar, estar en la cárcel y que soledad, que soledad se siente, Cuando se desea la bonita libertad»…

 “Cuando yo saldré, de ésta prisión
que me tortura, me tortura mi corazón si   sigo aquí, enloqueceré.

En el Recluso XI – XI  El lector es transportado al entorno  de la prisión con descripciones que nos sumergen en el día a día  del privado de libertad, la cotidianidad es el paseo del minutero en el eterno andar del tiempo, así lo  recreamos en el texto La rutina:

Si hay algo que todo preso carga consigo desde que ingresa a un penal, es una rutina impuesta que casi no cambia en nada día tras día durante toda su funesta estadía. La luz de la celda era encendida todos los días a las cinco y media de la mañana anunciando un nuevo día, debiendo XI – XI enrollar su colchoneta, ponerse sus zapatillas y correr hacia los baños (sea lavatorios, sanitarios o duchas). Todo en pésimas condiciones y sin ninguna privacidad, diferente de a todo lo que XI – XI estaba acostumbrado. 

.Si algo esta claro en Recluso XI – XI es la esperanza como elemento de inspiración, ya que  siempre a  pesar de las adversidades  a las que tiene que afrontar el protagonista de los relatos,   siempre encuentra algo que lo motiva a seguir luchando; elementos que observamos en Prohibido deprimirse

En esas condiciones era difícil no deprimirse. XI – XI buscó como alternativa hacer tres cosas diferentes. La primera de ellas, entrenarse y entrenar a reclusos en defensa personal. La segunda, asesorar en temas legales a los que así lo desearan, y dar consejos u orientación legal cuando tenía la oportunidad de hablar a todo el pabellón. La tercera y final, esconderse en la biblioteca, donde redactó todas sus experiencias y participó en cuanto concurso literario se convocó, sea este de cuentos, relatos o poesía. Así distrajo su mente y ocupó gran parte de los días en ello.

Daniel Darcourt Rizo Patrón, logra en Recluso XI – XI dar un mensaje de transformación y evolución espiritual, con un lenguaje sencillo y sin pretensiones, haciendo referencia a elementos  cultura oriental nos enseña que la espiritualidad es personal, abstracta y privada, de esta manera dentro del relato Dragón Tattoo, detallamos:

XI – XI presentía que el tatuaje había sido un acto de purificación, logrando subir un escalón en su aprendizaje, tanto en lo físico como en lo espiritual. El dragón lo representaba a él que, en estado de reposo, descendía a las profundidades del océano, y el tigre, a su amada que, al igual que él, estaba en estado de espera, hasta el ansiado día en que ambos se volvieran a reencontrar, lo cual no sería pronto ni fácil. XI – XI creía que cada gota de sangre había valido el sacrificio, y el arte plasmado en su piel le era muy satisfactorio

Dentro de las historias de este libro encontramos varios relatos al mejor estilo detectivesco, donde se explota la  atmosfera de misterio, el drama , la envidia y el crimen. Recluso XI – XI es quizás una invitación a la prevención de hechos evitables, una ventana abierta a una realidad, cierta como el sol, un llamado a mantenernos alejados de las sombras  donde el mal reina , así lo puntualiza en Dos Lolas y un solo destino:

Llegó la Lola mayor a las duchas como todas las mañanas con su toalla puesta a la altura de los hombros y con otra pequeña amarrada a la cabeza. Entró a las duchas y empezó a reírse escandalosamente como diariamente lo hacía. En ese instante, hubo la sensación de que el día se ponía oscuro, que una niebla asesina se acercaba sigilosamente. Ella no lo presintió, pero la densa atmósfera, ya conocida por los reclusos, presagiaba un fatal desenlace. Se acercó uno, después otro. No estaban en toalla ni se iban a bañar ese día, pero igual se dirigían a las duchas. Lola no se percató de que las duchas laterales ya se encontraban vacías. El daño era inminente. Alguien cortó el agua; otro subió el volumen de una radio chichera. Los latidos aumentaron. No se escuchaba más que la radio, un quejido silencioso y un último y corto maullido. La Lola cayó al suelo. Fue vejada y desangrada. Sus uñas se partieron de rasgar tanto las paredes queriendo escapar. Murió la Lola mayor y, la menor, degollada, fue dejada a su lado..

El escritor a manera de reflexión nos deja  una segunda y tercera parte que consta de varias frases y pensamientos donde hay indicios  de un aprendizaje forjado en la piel del Recluso XI-XI a fuerza de las vivencias, como lo indica :

 “Si el propósito de los agentes de rehabilitación es que, luego de lo vivido en el presidio, haya sido tan detestable que nunca desees volver, han hecho un gran trabajo. Morir antes que regresar”.

O este reflexión donde el amor metahumano es la constate:

“Jesús me dio una lección de amor. Aprendí que los humanos necesitan muestras de afecto, sobre todo de sus seres queridos y parientes. Yo no visitaba a mi madre con frecuencia. Ahora, me he comprometido ante él no dejar de visitarla ninguna semana, al menos una vez. Hagan lo mismo con quien los espera. En verdad, los espera”. 

        La última parte de  de esta obra son momentos cargados de poesía y de una nostalgia bien mesura que recorre  este segmento del libro sin caer en retorica, por el contrario es una declaración que estremece, que  no alberga rencores, ni abriga revanchas sociales o personales, que deja salir de su alma un rayo de luz vertido en estos versos, el siguiente fragmento del poema XI  lo refleja:

Si esperas ver a un derrotado,

no lo hallarás.

Si esperas ver a un afligido,

con las expectativas quedarás.

Estoy, mi estimada,

como tú, tigre que has subido a la montaña,

solo se está para esperar.

Esperar como el dragón que soy

y que desciende al océano a resanar

y recargar.

Y una vez que tú en la montaña

y yo en el océano

encontremos nuestro nuevo destino…

Resurgiremos cual explosión de AMOR

hacia el horizonte libre y de la mano,

donde no nos alcanzarán ni los cuervos de la noche,

ni los escorpiones que entre las piedras están.

E iremos en un beso fusionado

hacia nuestro destino final

El Recluso XI-XI es el hombre metáfora, es el símbolo de la  metamorfosis que representa  el cambio de un individuo. Una evolución que inicia desde el interior  y se convierte en aurora, en el despertar que florece con la poesía. 

Autor:

Escritor Venezolano, amante de la literatura en todos sus géneros

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